Rabudo y terco

Siendo yo una cría he tenido cerca al viejo...creo que siempre le ha gustado impregnarse de la ilusión que tenían las nuevas juventudes del surf... ya entonces intercambiaba con “la oreja” planos submarinos del Orzan y compartían secretos para traerme mis preciadas nécoras cuando iban de pesca.

Desde niña me fascinaba la relación sana que podía a llegar a tener con una persona mayor que mis padres... nos entendíamos, sin más.

Tito era especial, me vienen a la cabeza recuerdos de sus aventuras con Toro, Rata y Ratón...

No olvidaré jamás que lo que me hacía sentir a mí, lo heredaron mis hijos... No olvidaré jamás la obsesión que tenía con regalarles cualquier traje de surf tres o cuatro tallas mayor...ya crecerán!! me decía... o bicicletas que arreglaba y se moría de ilusión de ver a Martin en ellas...

Estos últimos años el Viejo y yo éramos únicos comentando los días de olas desde el bajo de Mariño...allí me convertí en jueza y testigo de miles de baños de todos vosotros...yo siempre desde la barrera, claro, y él, allí conmigo.

Creo que debería haber aprendido a hacer maniobras increíbles sobre una tabla, a coger nécoras y pulpos maravillosos y hasta a desmontar bicis con precisión...Todo esto sin despeinarme ni mojarme la melena! Todas nuestras conversaciones han servido para quedarme con un trocito de lo que él era...

Tito era un rabudo y muy terco...era un tipo sencillo y noble...lo echaremos mucho de menos.

Se fue con mi admiración absoluta y lo recordaremos siempre en mi familia...estoy orgullosa de haberle tenido en nuestras vidas...no creo que conozcamos a nadie ni parecido.️

Desde niña me fascinaba la relación sana que podía a llegar a tener con una persona mayor que mis padres... nos entendíamos, sin más.
Libros del Océano