No te quiero timar
Cada vez que tenía que reparar una tabla le preguntaba que cuanto era y me decía que 10€ o por ahí.
Pensando en que algún día dejaría de poder trabajar, para ahorrar algo, yo le decía que no podía costar tan poco que sin contar el material, su tiempo ya costaba más.
Y Tito cada vez me decía que no, que no nos quería timar.
Y yo le insistía en que un fontanero por apretarte una arandela sólo ya te cobraba 30€, pero nada, no conseguí hacerle entrar nunca en razón.
Al final le dejaba 25 pavos en la caja sin que se diera cuenta porque si no no me los quería.
Un día le pregunté por la pesca de pulpo y me contó que él se sabía de memoria todas las tocas de Riazor y siempre sacaba algo. Que cuando dejó de bucear se las enseño todas a Chicho.
Después la fuerza y el orgullo que tenía: como vivo por la zona siempre me gustaba verlo subir en bici la cuesta de Ramón del Cueto, que no la sube cualquiera, o con una tabla en el brazo por Adelaida Muro. La última vez que lo vi, lo vi con problemas para llevar la tabla con la bici mientras una por Adelaida Muro, debe ser que ya no estaba muy bien esos días. Me paré para ver si necesitaba ayuda, pero él nunca quería mostrar debilidad y me dijo que todo estaba bien y me despidió como seguirte con una sonrisa.
Después alguna de sus frases míticas como que nunca se tiene volumen de más, que el nudo no roce la cola, que los tornillos nunca se aprietan tope, que cuando se te cae una quilla vayas dos mareas bajas después a buscarla...