"La Palangana"

Con 16 años, allá por 1.987, yo ya era un gran amante el mar, pasión inculcada por mi padre. Yo ya hacía windsurf desde hacía poco, pero me enamoré del surf, todavía incipiente en La Coruña, gracias a mi gran amigo Pancho, que veraneaba en Bakio, localidad vasca, donde el surf estaba ya muy consolidado. También me influyó mucho la música surf (Beach Boys, Jan & Dean, Dick Dale, etc…) para engancharme con el surf. 

No recuerdo cómo, pero acabé presentándome en el Patacón, y allí fué donde conocí a Tito. Me vendió una Rufo´s twin fish amarilla, que estaba un poco deslaminada, por 7.000 ptas. Esta tabla la compartía inicialmente con mi gran amigo y compañero en Jesuitas Hugo Chas, hasta que el final se la vendí a él por 5.000 ptas. (precio de amigo). La llamábamos “La Palangana” pues cogía mucha agua, y hasta le hice unos taladros en el tail para que desaguara tras cada baño. Además a veces te cortabas en rodillas o pies con la fibra deslaminada, saliendo sangrando del agua, y por ello también rompí mi inmaculado nuevo traje Rip Curl de 36.000 ptas. Hugo y yo estamos intentando localizar la tabla, pues no aparece por ningún lado. 

A mi padre, de fuerte moral católica, no le gustaba nada que fuera al Patacón, pues decía que era un antro, un garito de mala muerte, y allí ví atónito por primera vez en mi vida, una máquina expendedora de preservativos. 

A Tito desde el mismo momento que lo conocí, le cogí un gran cariño y un enorme respeto. Gracias a él y a Fernando Adarraga, que fueron mis mentores en el agua, empecé a coger espumas. Me enseñaron a remar bien, a colocarme bien sobre la tabla, hasta que cogí mi primera pared en la desaparecida ola de Santa Cristina (Oleiros), una increíble ola castigada ahora por la construcción del nuevo dique del puerto pesquero coruñés, que sólo hoy en día abre cuando hay fuerte marejada.

Eran tiempos increíbles, donde estabas sólo en Bastiagueiro, Santa Cristina o en el Orzán. En esa época me echaba con Hugo y con mi primo Carlos Dans. Nos desplazábamos en Vespino, donde íbamos dos y el paquete llevaba las tablas en cuña. A los 18 años, y ya con carnet de coche, el radio de playas se amplió. Yo al vivir en Mera, era local solitario de Bastiagueiro, playa ahora absolutamente masificada, pero a la que tengo enorme cariño y agradecimiento, por todo lo que me ha dado en mi vida.

Esto ya lo he oído por ahí, pero recuerdo a Tito igual desde que lo conocí, como si no hubiera envejecido, o como si ya lo hubiera conocido viejo. Era una buena persona que destacaba por su humildad. Era amable, mitad simpático mitad gruñón, bastante gruñón, pero nada prepotente y muy atento con los surfistas principiantes (sobre todo chicas…).

Tito era una persona muy práctica y sus primeros trajes eran de pesca submarina recortados y pegados, aprovechaba la parafina y la hervía en latas de sardina para separar la parafina de la suciedad, y se hacía tablas con mucho volumen, ideales para el Matadero, que él denominaba “chunchos”. También pegaba los inventos rotos. Esto imagino que era fruto de las limitaciones de la época, o quizás por pura necesidad. 

Sólo tengo una espina clavada con Tito. Cuando le compré la Rufo´s, me prestó una revista “Surfer Magazine” de principios de los años 70, una auténtica joya. Me dijo que con vuelta…pero a los dos días, la tenía ya recortada y con las fotos forré los libros y la carpeta del colegio. Él nunca me la reclamó, y yo tampoco volví a sacar el tema… Esto confirma que hay cosas que no se pueden prestar… (revistas, discos y libros…).

Libros del Océano