Qué pasa pavo!
Un esplendoroso día primaveral, estábamos un grupo de aficionados al surf (en el que había un par de chicas), apoyados en la balaustrada del paseo del Matadero observando y comentando las evoluciones de los surfistas; vimos venir a Tito en una de esas bicicletas tan características suyas, y al percatarse de la presencia femenina en el grupo decidió ejecutar una suerte de arriesgada filigrana forzando un derrapaje con tan escasa fortuna que dio con sus costillas en la balaustrada del paseo. Pero lejos de mostrar algún síntoma de dolor, porque debió doler, saludó con ese habitual “Qué pasa pavo”.