Menuda bronca
Sería en el mes de junio cuando por la tarde vimos Tito y yo una ola bastante buena en el Orzán. Estaba bajando la marea y seguramente se pondría mejor, así fue.
En aquella época Tito arreglaba el Patacón y en la parte trasera, en el almacén, solía guardar la tabla.
El Patacón estaba a unos 250 metros del Orzán
Me propuso que nos cambiásemos allí y nos fuésemos al agua. Me pareció fenomenal.
Cogimos unas olas buenísimas, lo pasamos muy bien y se nos echó la noche encima. Salimos del agua aproximadamente a las 23,00 h.
En esos tiempos se salía antes y el Patacón, a esa hora, estaba a reventar. Hay que pensar que en esa época hacia las 01,00 h. se cerraba.
Os voy a describir un poco el sitio: Era un local de unos 20 metros de largo y en la parte más ancha unos 5 metros.
Los primeros 10 metros eran la barra y un pasillo de un metro donde la gente estaba de pie tomando copas y la parte de atrás había unas 5 mesas a cada lado y un poco de pasillo en el centro. En el fondo estaban los baños y un poco más atrás estaba el almacén, donde nos habíamos cambiado.
Lo dicho, llegamos en hora punta y el sitio parecía un hervidero de gente.
Imaginaros pasar por un pasillo estrecho, lleno de gente y nosotros con trajes mojadísimos y con las tablas. ¿Os podéis imaginar entrar en un metro en hora punta, antes de la pandemia, mojados y con tablas? Pues así fue.
Aún resuenan en mis oídos los gritos de Luis Bericua, detrás de la barra poniéndonos a parir, nos llamó de todo y nosotros yendo hacia el fondo del local pidiendo perdón golpeando con las tablas y mojando a la gente y con la cabeza gacha. Nuestra frase era, cuidado que mojo…
Cuando llegamos al almacén nos entró un ataque de risa por la que habíamos liado que aún recuerdo.