Duke
Desde que Jesús Jiménez y yo creamos la tienda "DUKE", Tito siempre fue alguien esencial. Si bien ya lo conocíamos antes, cuando abrimos la tienda, poco a poco, con esa discrección que lo caracterizó siempre a pesar de la confianza, aparecía con cierta frecuencia por allí.
No hay que decir que Tito era como un gurú para todos los que en aquel momento estábamos en el mundo del Surf en Coruña, si bien sus maneras eran totalmente lo contrario a eso. Su sencillez, su falta de ostentación a pesar de sus conocimientos, su independencia y, como digo, esa discrección que lo caracterizaba nos ayudaba a apreciarlo aún más.
Tengo un par de anédoctas que recuerdo especialmente de las muchas de aquella época de DUKE por que supusieron para mi lo que se llaman lecciones de vida (de las muchas impartidas por Tito)
En la tienda, durante las horas de apertura, y a pesar de su pequeño espacio, era un buen grupo de gente el que se juntaba en plan "tertulia", bien previa a echarse a coger unas olas o bien por el simple hecho de reunirse para charlar, cambiar impresiones, risas, comprobar las nuevas novedades, ect. Eran personas muy jóvenes y en edad escolar, que luego dieron pié a lo que yo siempre llamo la "familia Duke". Pues bien, confieso que, aunque a mi me satisfacía mucho ese ambiente, en algún momento me preocupé de que la tienda se viera como un "refugio" en horas de clase y que eso pudiera dar pié a comentarios que llegaran a algunos padres. Comentándolo con Tito, en alguna charla de las que solíamos tener y en las que salía cualquier tema, con ese conocimiento de la vida que tenía me dijo: "el tiempo que permanezcan por aquí, haciendo pandila, socializando, no sólo no es tiempo perdido, sino que es un tiempo que lo llevarán en sus recuedos de por vida, algo que en el colegio o en el instituto no aprenden". Realmente para mi, fue una lección de vivencia que tuve oportunidad de comprobar posteriormente con la gente que, aún después de más de 30 años seguimos manteniendo un estrecho vinculo de amistad.
En otro momento, estando en la barandilla del Orzán, junto con Tito, a la altura de la playa del matadero, vino un surfer dispuesto a echarse al agua. Se dió cuenta de que le faltaba el "invento" cual fué su decepción pues el mar estaba en óptimas condiciones para coger unas buenas olas. Nos comentó su fustración y, casi sin tiempo a reaccionar, Tito le espetó: "espera aquí". Nos miramos un tanto extrañados pero, en menos de diez minutos, estaba Tito con un "invento" que había ido a buscar al "chabolo" y se lo entregó ante el estupor del chaval que solo acertó a preguntarle: ¿Donde te lo dejo después?, la respuesta no se hizo esperar: "quedátelo, ya tiene tralla pero aún lo aprovechas".
Esa era la esencia de Tito, no lo voy a descubrir a nadie que se haya movido en el Surf, lo que si he decir es que era de otra pasta, era único, peculiar y ha dejado un vacío imposible de llenar.